Es noche y nieva. Aunque uno a uno los copos sienten deslizar por entre su porosa blancura lo oscuro del ambiente, permanecen callados. ¡Qué importa!
Puede que arriba, entre el algodón de la madre nube, hayan sido aleccionados y solamente Dios conoce su auténtico cometido.
Si tu faltas, ¿qué me importa?
Cuando, a veces, hieres algo en mí con tus dudas, me contemplo vacío: ¿qué otra cosa sino tú puedo yo ser?
Es noche. Nieva. Quizás estos copos sientan algo de lo que en nuestros interiores pugna por ser algo, o tal vez por no serlo, y bajan silenciosos porque el obtuso oído humano es capaz de no escuchar la armonía única de su caer infinito: ni cantidad, ni tiempo. Sólo Ser, pues ser algo es mero instante infinitesimal e indefinido...
Algo, nada material, que nada vale, pues que al fin inmensamente vacío se nos presenta cuanto vemos de la honda profundidad del Supremo, del siempre y del nunca.
Heiligenblut, 15 de marzo de 1980
Bajo las ruedas.
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