Cubre mano mi tristeza.
Vida, tenue brisa
pero también explosión
como serpiente sonora
trenzando tu armonía.
Cubre mano mi tristeza
y oculta a mi rostro
la improbable existencia
de lo eterno
y de la muerte.
Cuando faltes,
quiebra la insólita
esencia apergaminada
que solapa hiedras
blandas, repletas
de constancia.
Con sus bóvedas tercas
ausentes de cuerpo,
ahítas de piedra.
Mientras, suene cerca
un piano ahuyentando penas.
Apoya, mano, mi cabeza
y tapónale los poros,
que no penetre más ausencia.
Guarda, mano, la frente
que mis párpados sujetan
trabajosos ojos,
que la lengua aprieta
densas materias
o palabras aún no hechas.
Que mi cerebro ausente
profana nostalgias
de incolora presencia,
de imposible espacio,
de intangible idea,
la absoluta infancia,
la vejez incierta,
y la enorme pena
de la inexistencia.
Cubre, mano, mis carencias.
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* Imagen: Flickr
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