Quai des Grands-Augustins: volatería y mercado del pan. S. XVII |
En la portada del libro se ve una estampa del París del siglo XVII, quizás. Al fondo, al otro lado del río, pueden verse esos grandes edificios rectangulares de tejados de pizarra verdosa en cuyo borde se alinean los ventanucos de las buhardillas y, más atrás, altas y rectas chimeneas. Severos pero nobles y acogedores, con grandes portalones en la planta baja. Puede que se trate del Louvre. Al final del puente, destaca la estatua ecuestre de algún ilustre, hacia la que se encamina un carro tirado por animales. En primer plano, un mercado de aves y conejos un tanto naïf. En un extremo, un perro persigue a un gallo mientras una mujer parece quejarse. Tras ellos, un hombre saluda desde lo lato de la caja de un carro quitándose el sombrero para saludar a los posibles clientes, no sé si clérigos, ambos con sombrero negro de ala ancha, pero mientras uno luce negra ropas talares hasta los pies, al otro sólo le alcanza a las rodillas. Ambos con babero o pañuelo blanco. Si no clérigos, miembros destacados de algún gremio. Mientras uno habla, el otro aguarda con las manos unidas detrás de la espalda, respetuoso. Puede tratarse de un fragmento de un cuadro, porque toda la esquina inferior derecha está vacía mostrando sólo el empedrado, con un cesto de mimbre en lo alto, hacia el que se encamina despacio otro gallo. Allí, cerca de otro de los extremos, un paisano de edad incierta camina con un bastón al borde una escalera. Puede que tenga que cruzar el puente para llegar a su casa en la otra orilla y, de pronto, siento un infinito cansancio y busco algún posible medio de transporte que me pase al otro lado del Sena.
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