sábado, 21 de junio de 2014

Santo Domingo de Pontevedra: morada final de un viajero

Rosetón de Santo Domingo
Amigo Pipo: como sé que vas a Bueu, si te acercas a Pontevedra, hazme el favor de visitar las ruinas del Convento de Santo Domingo.

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Comenzando el siglo XV, Enrique III, "el Doliente", rey de Castilla de salud quebradiza, envió una embajada al Gran Tamerlán, el último de los grandes conquistadores nómadas del Asia Central. El turco-mongol Timür-i lang (1336-1405), "Timur el Cojo", que dominó ocho millones de kilómetros cuadrados de Eurasia en tan solo dos décadas, entre 1382 y 1405: desde Delhi hasta Moscú, desde la cordillera Tian Shan hasta los montes Tauro de Anatolia.

Su fama lengendaria de conquistador - cruel, pero generoso - llevó a los reinos europeos a pensar en ganarle como aliado contra un enemigo común, Yıldırım Bāyazīd, "el Rayo" (1360-1403), Bayaceto I para los occidentales - no menos cruel pero generoso -, quien ya se había apoderado de casi todo el Imperio bizantino.



Al frente de la embajada se puso al noble Payo Gómez de Sotomayor, biznieto del Adelantado Mayor del Reino de Galicia y famoso poeta y trovador homónimo (Payo Gómez Charino). Con él viaja el también noble Hernán Sánchez de Palazuelos y, probablemente, un nutrido séquito que, horroriza pensarlo ahora, complicaría extraordinariamente la logística de tan larga y azarosa empresa.


Cerca de Ankara, en el verano de 1402, los españoles fueron testigos de la batalla de Angora, en la que dicen que tomaron parte más de un millón de hombres, y en la que Bayaceto fue hecho prisionero al morir su caballo cuando se retiraba. También fueron testigos de la humillación del sultán a quien, según cuentan, el inmisericorde Tamerlán encerró en una jaula de hierro que utilizó a modo de escabel para subir a su caballo durante los meses que sobrevivió el desgraciado otomano.

Botín de la batalla son también dos doncellas cautivas de Bayaceto. Hijas de un tal János, conde de Hungría, quizás infantas, son ahora esclavas de Tamerlán quien las entrega, junto con muchos otros regalos, al embajador de Castilla.

Angelina y Catalina se llamaban o así fueron llamadas al llegar a la Corte española, donde causaron tanto asombro como el relato mismo del viaje. Hay quien mantiene que Angelina recibió ese nombre por proceder de la regia estirpe epirota de los Angeli, y en el Cancionero de Baena, en las trovas de Villasandino, se conserva esta poética descripción de su coetáneo Francisco Imperial (1350-1409) que casi desmiente que fueran hermanas:

Ora sea tarta o griega,
en cuanto la pude ver,
su disposición no niega
grandioso nombre ser,
que debe sin duda ser
mujer de alta nación,
puesta en gran tribulación,
depuesta de gran poder.

Pero había más doncellas, pues durante el viaje de regreso, Payo Gómez quedó prendado de una tal María, "niña de ojos bellos", por quien se vio correspondido, pues cuenta el cronista Vasco da Ponte (1470-1535): "Payo Gómez, yendo por el camino, preñó a una de ellas". La inautorizada relación provocó las iras del Rey y el embajador hubo de refugiarse en Francia hasta que, fallecido el monarca, consiguió el perdón de su sucesor Juan II y licencia para casar con la ahora llamada María Gómez o María de Grecia (!).

¿Payo Gómez?
Casó el rey a Angelina con el noble Diego González de Contreras, origen de larga progenie, y doña Catalina lo fue con el embajador Sánchez de Palazuelos, también con numerosa prole.

Payo y María vivían felices en Galicia - eso dicen - , cuando un buen o mal día, el arzobispo de Compostela, Lope de Mendoza, hizo ver a Payo que estaría mucho mejor si se casara con su sobrina mayor, llamada, según la costumbre medieval con las primogénitas, Mayor. Mayor de Mendoza. Y Payo, que se había jugado la vida para casarse con María, aceptó la oferta e hizo anular su primer matrimonio.

Y hasta aquí la historia: Payo se hizo enterrar bajo un arcosolio gótico, con estatua yacente, vestido de armadura, en la iglesia de Santo Domingo de Pontevedra, donde puede que también lo fuera Mayor. Nada más sé de María.

Por su parte, parece que a Tamerlán no le interesaba la Anatolia, y solo quería castigar la pujante hegemonía del Sultán, cuyos agentes instigaban la rebelión en las recientes conquistas del Gran Mongol. Así que, tras recoger rescates, se marchó sin dejar siquiera una administración permanente. El Doliente enviará a Ruy González de Clavijo en una segunda expedición mucho más larga y accidentada, que parte el 21 de mayo desde el Puerto de Santa María, de la que afortunadamente nos quedará una extensa relación ("Embajada a Tamerlán", fuente histórica de ingente trascendencia y uno de los textos más importantes y valiosos de la diplomacia medival), y que alcanza Samarcanda el 8 de septiembre de 1404, donde se encuentra el Gran Mongol poco antes de su muerte.

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Fuentes:

  • Ochoa-Brun, Miguel Ángel: "Embajadas y embajadores en la Historia de España", ed. Aguilar. Madrid, 2002.
  • wikipedia (español y galego)
  • Fotos de Galicia
  • Galicia maxica
  • Google plus
  • Museo de Pontevedra
  • "Vida y hazañas del gran Tamorlan con la descripción de las tierras de su imperio y señorío, escrita por Ruy González de Clavijo, camarero del muy alto y poderoso señor Don Enrique Tercero de este nombre, rey de Castilla y de León, con un itinerario de lo sucedido en la embajada que por dicho señor rey hizo al dicho príncipe, llamado por otro nombre Tamurbec, año del nacimiento de mil y cuatrocientos y tres... Impresso ... en Sevilla : en casa de Andrea Pescioni, 1582" Biblioteca Virtual Cervantes

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