Luna profunda y fría
que mi rostro hieres.
Aún sin luz, siendo ajena,
eres íntima substancia
a mi exterior secreta.
Plata y no obstante pura,
esótero interpuesto
ante ámbitos inciertos.
¿Puerta? ¿Alma?
Y, no obstante plata,
fría tripa onfálica
que atirantas.
Azul cosmos de infinita
añoranza que a ti tiende
ganglio o etapa hacia lo eterno.
Enormidad de un pensamiento
que, subyaciendo, crece
hacia el origen Uno
tanteando suavemente…
Negro que persiste
sin dimensión
aunque lo abarca
una sutil idea:
en Dios,
Sol,
nace la Nada
Octubre, 1982
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