Donde esté. Los deseos de los poetas son eternos, porque rara vez se cumplen. Así, es muy posible que yazca junto con el resto del arcano simbólico, junto con el resto de la realidad idílica.
Y es que esos deseos, a fuer de repetirse, a golpe de anhelos, saturados de gnosis, con los pensones vibrando al más alto grado, invisibles, por tanto; sus deseos, al cabo, son tan sólidos como cualquier sólido, como el cristal más límpido. Y, sin embargo, son etéreos, como el alma.
A Filis, porque existió y existe cada vez que lees a Lope, cada vez que resuenan, lánguidos, los lamentos de Belardo. Y a Amarilis, y a Venus y a la vida sin la que no existiría ¿ni el inconsciente colectivo?
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