lunes, 29 de mayo de 2000

Un gato en el camino

Ayer, en medio del atasco, vi pasar entre los coches un gato pequeño. Lejos de su habitual territorio, se le veía despistado entre los hierros gigantescos, quemantes y rugientes del tránsito. Se movía dudando, de aquí para allá, sin saber adónde ir.


La fila en que me encontraba encallado, comenzó a avanzar unos metros y el minino, que vió un hueco, hizo un quiebro en su deambular viniendo hacia mi coche. Quise pitar pero falló el mecanismo y avancé sin remedio. Muy despacio, no sólo porque no se podía ir más rápido en medio del embotellamiento, sino porque, cabía la posibilidad de que se encontrara debajo, y quería evitarme el mal trago de notar que las ruedas lo aplastaban.

Nada noté. Pero dos o tres paradas más adelante empecé a oír los maullidos. Muy lejanos al principio, tanto que pensé que se trataba de una ilusión. Aceleré. Y volví a oírlo. No cabía duda, estaba debajo del coche, dentro del motor, pero ¿dónde? Lo peor es que no podía desviarme hacia el arcén de la derecha, cinco carriles más allá, sin montar la de dios es cristo. Y pararme allí a la izquierda... Bueno, si encendía las luces de "warning", salía y levantaba el capó... ¡La que se iba a armar!

La fila continuó muy despacio. Seguí. Cada vez que parábamos sus delicados maullidos me atravesaban el alma. Si la marcha se aceleraba, las piezas móviles del motor acabarían por hacerle trizas, o caería de donde estuviera y las ruedas pasarían por encima, las mías o las de otro que viniera a continuación.

Ya en carretera, con toda precaución, busqué la primera salida más, con todos los músculos tensos y atentos al ruido que delatara lo peor. Pensaba mientras en cómo iba a sacarlo de donde estuviere, pues era seguro que atacaría con rabia en cuanto pudiera...

Paré, levanté la plancha metálica rogando por no encontrarlo todo con pegotes de sangre, carne y pelos. Y no, allí, en un rinconcito, hecho un gurruño, se removió el pequeño animal.

- "¡Pero qué haces ahí, hombre!" - le dije lo más cariñoso que pude. Y el minino, depeluzado pero entero, deshizo el ovillo y salió por donde entrara y se marchó corriendo hacia el solar junto al que había aparcado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario