Un murmullo zumbón de insectos adormece en el silencio calino del barranco. Cercanas chicharras parlotean su monótona estridencia.
Gorgorito breve de delicados pájaros, a veces grotesco graznar de gallinácea, canto gutural de alguna graja.
Sólo el viento que se opone y siembra su ulular en la cima de los árboles. Garganta suprahumana.
La roca fría hace tiempo que presiente el otoño y se resigna.
Un tábano mediano aterriza de pronto en esta hoja. Gira, patea, da vueltas como leyendo atónito lo que escribo. Se frota las ventosas de sus patas delanteras. Toma el sol quieto; ¿espera?
Cuando otro insecto sobrevuela a poca distancia, salta.
Una muralla vertical de roca gris deja ver las encías coloradas de una cueva.
Bosque y cielo.
Horizonte y fecha de una idea.
(Barranco Ballesteros, 21 a 25 de septiembre de 1984)
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