Antonio Bru, Doctor en Ciencias Físicas, estudiando las pautas de crecimiento del tejido tumoral, desarrolló en 1998 una teoría matemática que, en colaboración con un equipo multidisciplinar, le llevó a idear una terapia basada en potenciar la acción de las defensas del organismo mediante la administración de una proteína que estimula las colonias de granulocitos. Los ensayos clínicos con ratones tuvieron éxito, y en 2004 pudo ensayar el tratamiento en dos pacientes terminales gracias a que éstos consiguieron autorización para someterse a terapia compasiva. Al parecer, ambos enfermos, uno por un melanoma y otro con un hepatocarcinoma, no sólo no han fallecido en el corto plazo de tres meses que tenían como esperanza de vida, sino que han llegado a reintegrarse a sus trabajos.

Desde entonces, como era de esperar, han llovido las críticas y se han cerrado para el grupo experimentador muchas puertas "oficiales".

Y es que, por una parte, descargamos nuestra capacidad de decisión en los que deben saber, como las autoridades sanitarias, y, por otra, "nos curamos en salud" adoptando leyes bastante restrictivas con la justificación de que son para protegernos.

Y aún siendo así, no es infrecuente el fraude o las noticias de efectos secundarios indeseados. Pero cuando se trata de un opción tan importante que afecta a tanta gente en situación extrema física y mentalmente, se tiene que intentar validar o invalidar cuanto antes las soluciones que se propongan, vengan de quien vengan.

La descalificación sistemática suele ser la excusa del papanatas, pero en este caso no impide la sospecha de que se oculten intereses que poco tienen que ver con el rigor del método científico ni con la protección de los pacientes, pues el fármaco implicado está próximo a liberarse de la patente, pasando a ser genérico.

Aunque me interesaba mucho saber de esa ecuación que le dió la idea inicial, me he quedado con las ganas, porque no he entendido gran cosa del único trabajo publicado al que he tenido acceso. Me quedo con las ganas de momento, porque no descarto interesar a algún experto que me lo haga comprensible.

De todas formas, leyendo el origen de la idea tuve una buena sorpresa al ver que estaba relacionada con el estudio de las arcillas. Cairn-Smith sostiene en "7 Pistas sobre el origen de la vida" , en líneas generales, que el inicio de la vida se debió a las especiales condiciones que se dan en algunas arcillas, y lo relacioné, aunque de modo poco científico, con el hecho de que en diversas culturas de todos los continentes, el génesis, la creación de la vida, fue a partir del barro. ¿Casualidad? Seguramente, pero me gusta creer en el inconsciente colectivo.