jueves, 20 de julio de 2006

Menos símbolos y más hechos

La incultura y la escasez dejan huecos que se suelen rellenar con símbolos, consignas, marchas, banderas, líderes… El hambre, la injusticia social, las carencias en general y, en particular, la falta de formación, conforman lugares perfectos en los que arraiga el fanatismo.

Sin embargo, hay que ser extremadamente cuidadoso con los símbolos. Cuando decenas de miles de personas huyen aterradas de un escenario bélico abierto de la noche a la mañana, que el gesto que más se va a difundir del gobierno español, es decir, de España y sus habitantes, ha sido el de ponerse un pañuelo al cuello, es, cuando menos, deplorable.

Era responsabilidad del ejecutivo libanés impedir ataques desde su territorio. Pero ese frágil sistema de convivencia se mantenía, en parte, porque no miraba al sur, al territorio chiíta de Hezbollah, el "Partido de Dios", milicias degeneradas en grupo terrorista al amparo del dictado divino (especialmente sangrientas en atentados internacionales en Argentina y España) supervivientes ante cristianos, sunitas, sirios (luego aliados) e israelíes.

Pero era responsabilidad de “las potencias coloniales” dejar la zona libre de conflictos tras su marcha, y, de todo el mundo, impedir la destrucción del Líbano y la matanza indiscriminada que se está llevando a cabo con inocentes, como represalia.

No es admisible el genocidio palestino que lleva a cabo Israel sistemáticamente, amparándose en la lucha antiterrorista. Y la comunidad internacional es igualmente responsable de ese mosaico y sus fricciones y de permitir el latrocinio territorial que se sigue impunemente. Pero ese genocidio también se ha dado en Líbano contra los palestinos, a quienes se mantiene en campos miserables negándoles la normal convivencia y el acceso a los recursos. Y se permitió su masacre en connivencia cristiano-israelí, y no recuerdo que ningún tribunal penal internacional haya condenado a los culpables, conocidos políticos hasta hace poco en activo. (Tampoco recuerdo haber oído la respuesta de Alá, Dios o Yahvé, pues los tres estaban implicados; claro que a eso estamos más acostumbrados y, se nos advierte, probablemente ese juicio sea más tarde…)

Sabemos que los conflictos más virulentos y crueles habidos y por haber pretenden tener excusa religiosa, queriendo ocultar con ello, incluso a los propios contendientes, la lucha por el territorio y sus recursos, por parcelas de poder.

La matanza israelí de civiles sólo demuestra, una vez más, que su poderosísimo ejército es invencible por las armas en la zona, y, con el apoyo de “El Gran Arbusto” -empeñado en extender el conflicto a Siria e Irán-, que seguirá siendo intocable en los foros internacionales, y que harán el mismo caso de las resoluciones condenatorias de la ONU que el resto de países cuando no quieren oír, como sus aliados norteamericanos recientemente en Irak, aunque, no seamos insinceros, no son los únicos, ni mucho menos. La diferencia es que si tu negativa cae del lado que no debiera, te arriesgas a sufrir las bombas de la OTAN bajo el paraguas legal de la ONU, por ejemplo.

La respuesta al fanatismo terrorista no puede ser en ningún caso el terrorismo de estado. Seguirá habiendo víctimas inocentes.

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