martes, 18 de julio de 2006

Rodríguez, el terror del idioma (¡Y además eso!)

genero
El Presidente Rodríguez no fue a misa. La prensa mundial se hizo eco. Los políticos nacionales intentaron sacar provecho. Navarro Valls adelantó su jubilación... ¿Tan importante fue el gesto del Presidente?

Sí que es importante. Y lo es porque demuestra que todavía no se ha conseguido un estado laico, en el que la religión sea una opción íntima y personal, no una imposición, no un motivo de enfrentamiento ni de negociación.

En cambio, el gobierno Rodríguez ha dado prioridad a otras leyes: que los homosexuales puedan contraer matrimonio –absurdo lingüístico donde los haya-, ha sacado adelante una ley de violencia de género –nuevo engendro lingüístico del que ya advirtió la Real Academia - y, como demostración de que la incultura no ha tocado fondo, de que aún podemos hacer que nuestros estudiantes sepan menos, una ley de la enseñanza cuyo objetivo parece cumplir con las expectativas más negativas: se acabará por conseguir ese ideal político de que el pueblo no piense, para que no discuta decisiones.
Y aún puede ser peor. Se adereza con un canon con el que parece querer llenar los bolsillos de los amiguetes de la SGAE, la mayoría de los cuales sólo puede presentar como mérito personal su habilidad para trepar en el organismo.


En la conferencia de Pekín de 1995, ciento ochenta gobiernos firmaron un documento para combatir la violence of gender y la genderequality. Cinco años más tarde, Naciones Unidas publicó centenares de documentos sobre ambos temas, y los traductores al español, interpretaron literalmente el vocablo inglés gender (sexo), por género. En inglés los nombres no tienen género, pero en español género sólo lo tienen las palabras, mientras que las personas tienen sexo.
Lázaro Carreter lo denunció repetida e infructuosamente, como él mismo reconoce en uno de sus capítulos de “El nuevo dardo en la palabra”: “Lo señalé hace meses, pero por ahí tenemos galopando tan aberrante anglicismo; y, a quienes tan justa y briosamente combaten la violencia contra el sexo, ejerciéndola cada vez más contra el idioma”.

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