Antonio Bru, Doctor en Ciencias Físicas, estudiando las pautas de crecimiento del tejido tumoral, desarrolló en 1998 una teoría matemática que, en colaboración con un equipo multidisciplinar, le llevó a idear una terapia basada en potenciar la acción de las defensas del organismo mediante la administración de una proteína que estimula las colonias de granulocitos. Los ensayos clínicos con ratones tuvieron éxito, y en 2004 pudo ensayar el tratamiento en dos pacientes terminales gracias a que éstos consiguieron autorización para someterse a terapia compasiva. Al parecer, ambos enfermos, uno por un melanoma y otro con un hepatocarcinoma, no sólo no han fallecido en el corto plazo de tres meses que tenían como esperanza de vida, sino que han llegado a reintegrarse a sus trabajos.
Desde entonces, como era de esperar, han llovido las críticas y se han cerrado para el grupo experimentador muchas puertas "oficiales".
Y es que, por una parte, descargamos nuestra capacidad de decisión en los que deben saber, como las autoridades sanitarias, y, por otra, "nos curamos en salud" adoptando leyes bastante restrictivas con la justificación de que son para protegernos.